TCtada día resulta más difícil mantenerse a una cierta distancia de las barricadas en las que se mueve la gran política nacional. En un lado, un Gobierno demasiadas veces contradictorio secundando a un presidente misterioso que pide fe para acallar el clamor social ante unas posibles negociaciones con ETA y que ignora sistemáticamente a quien representa la voluntad de diez millones de españoles. Al otro lado, un Partido Popular ninguneado y que reacciona negándose a casi todo, que todo lo deslegitima casi por sistema y que cree que así se hace oposición. Pero es que das un paso más allá, y te encuentras con los fiscales del Supremo que opinan de forma radicalmente contraria a los de la Audiencia Nacional y un CGPJ que está a por uvas porque cada miembro sirve a quien debe el puesto.

¿Y cómo llega este disparate a la sociedad? Pues traducido en uno de los dos idiomas: en el que habla el Gobierno y el PSOE o en el que habla el PP. Así no hay forma. Asisto a una tertulia en la que un periodista afirma: "menos mal que existe el PP para defender España" y leo a otro compañero que asegura que "esta oposición no puede soportar que el Gobierno socialista protagonice el periodo más largo de la historia democrática de España sin cadáveres sobre la mesa".

Pero hoy toca ZP tras la rueda de prensa del viernes. Dice que frente al fin de ETA ni optimismo ni pesimismo: convicción de que se puede estar en el principio del fin de ETA. ¿Y qué datos aporta para que tengamos esa convicción? Ninguno. Nos pide fe y si ya es difícil creer en Dios, ni te cuento lo que puede ser creer, no en ZP, sino en un presidente que desde el principio de la legislatura lleva anunciando el eternamente próximo final de ETA.

Pero aún admitiendo que fuera así, reconociendo que hace no sé cuánto tiempo que ETA no asesina, el problema es el precio que se va a pagar, que se puede pagar, que podría pagarse por el olvido a una historia tan llena de sangre. No soy muy amigo de los grandes conceptos, pero hay cosas como la justicia o la dignidad con las que no se puede negociar. Se me dirá que por qué presupongo que esas serán las monedas de cambio: pues porque no tengo otra cosa, porque sólo ZP debe estar en el secreto del tema y nos pide convicción sin dar explicaciones.

Lo siento presidente, pero de eso ya no me queda.

*Periodista