En democracia es sano discrepar y manifestarse de manera pacífica. Lo que es inadmisible -insisto en democracia- es hacerlo de manera violenta y carecer de la más mínima conciencia medioambiental ni empatía con la Tierra y sus habitantes.Me pregunto qué maestros o padres los han educado. Estoy hastiado de ver barricadas ardiendo que envenenan el aire que respiramos y la tierra que nos alimenta. Al prender fuego a los contenedores y neumáticos se liberan persistentes contaminantes altamente carcinógenos que se respiran y caen al suelo.

Sorprendente es que entre tanto joven nadie tenga conciencia ecológica y contenga a sus compañeros por acelerar la muerte del planeta y para no ser responsable de ahogos, asma, insuficiencias cardiacas, enfermedades bronquiales, dermatológicas u oculares, y, a largo plazo, cáncer.