Yan sido numerosas las voces que, a lo largo de los meses de aflicción que lleva España entera padeciendo la pasión catalana, se han alzado reclamando que cese ya esta matraca, como el mártir preso en la misma celda que Jordi Sánchez. Y pese a que el mundo todo, y ahora más señaladamente Bélgica, sufre por el quebranto al que asistimos, nuestro nivel de saturación, nuestra capacidad de sorpresa y nuestras posibilidades de seguir soportando con entereza tanto disparate y tanta desvergüenza, van menguando a la misma velocidad que aumenta nuestra necesidad de que se atiendan otros gravísimos problemas.

No es solo que el espantoso atentado terrorista en Manhattan ha pasado casi desapercibido, como si esas vidas segadas no le llegaran ni al meñique al exconseller Turull, por poner un ejemplo. Es que, aquí en nuestra patria, la gravísima sequía, la mancha sangrienta de las mujeres que siguen muriendo semana a semana a manos de sus maridos, la lucha contra el paro y la desigualdad, y fuera la inhumana situación de los refugiados, los partidos xenófobos y filonazis que aumentan en Europa, incluso la guerra de Siria, todo ello ha perdido interés ante la desmesura de la información recibida sobre el esperpento protagonizado por un gobierno autonómico desleal, con el último episodio de la fuga cobarde de su pícaro líder.

No se puede sufrir ya más las lágrimas hipócritas de la señora Rovira, ni la sobreactuación auto paródica de la señora Colau, ni ese victimismo plasta según el cual el dolor de los secesionistas es el de todos los catalanes y las presuntas afrentas les habilitan para clamar ante el mundo jeremíacamente, mientras tanto inocente de verdad sufre y muere y padece persecución de verdad por causa de la justicia.

Unos gobernantes se aprovecharon de sus cargos y traicionaron al pueblo cuya soberanía les había otorgado su mandato. Abusaron de su poder. “Damos miedo y más miedo que daremos” decía el prófugo. Y ahora nuestra democracia no peligra en absoluto porque respondan ante la justicia. Una vez establecido esto, quizás podamos hablar de otra cosa.