Tengo para mí que, de todas las que se nos van a plantear de cara a las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo, la de Madrid va a ser la madre de todas las batallas. Hemos tenido estos días un anticipo con el debate sobre el estado de la región, y un somero análisis de lo que dicen las ediciones de los periódicos capitalinos nos convence de que no ha habido una vencedora clara (Esperanza Aguirre ) ni un perdedor neto, aunque pueda serlo nato (Rafael Simancas ). Pero esa guerra no tiene color: la va a ganar Esperanza Aguirre no porque lo vaya a hacer mejor, sino porque llega mejor al electorado, incluso a ese electorado que para nada comulga con sus tesis más bien conservadoras, por decir lo menos.

XEN RESUMENx, y para ir en corto y por derecho: Aguirre es más simpática --mucho más simpática-- que Simancas, mucho más populista que su adusto contrincante y su mensaje es más diáfano: conmigo vota derecha, pero no defraudaré a los más necesitados. Mientras que el mensaje de Simancas es más bien negativo: se dirige contra su adversaria, pero sin la convicción suficiente. A él también le cae bien la popular Espe , que alcanzó justa celebridad en sus tiempos de ministra de Cultura por sus meteduras de pata, aunque nunca fueran tantas como las que se cantaban en la calle.

Así que tengo para mí que la auténtica batalla de Madrid va a centrarse en la alcaldía, aunque Ruiz Gallardón , que es otro populista de tomo y lomo, cae mejor a sus contrincantes socialistas que a los jerifaltes de su propio partido. En quién tendrá como adversario en las filas socialistas se centra ahora todo el interés. Pero, la verdad, la imagen que están dando a este respecto tanto el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero , como el PSOE en general, está ya significando un plus de popularidad y de votos potenciales para el actual (y polémico) alcalde de las zanjas: da la sensación de que todos los consultados e invitados a pelear por el sillón municipal contra Gallardón huyen despavoridos. Felipe González, Bono, Peces-Barba, Borrell, Amparo Moraleda, Mayor Zaragoza , han sido algunos de los muchos nombres que se han citado y a los que indudablemente se ha contactado. Pero ninguno quiere vérselas con el aún joven Alberto, porque es mucho, o, caso de Felipe González, no aceptan el encargo, porque es poco.

Ahora, tras haber propiciado una salida precipitada de Trinidad Jiménez , a la que se ninguneó mientras se buscaba un sustituto para ella, a Zapatero no le queda otro remedio que sacar de la chistera un candidato que responda a las expectativas que el propio PSOE está creando. Otra cosa llevará a todos a decir que la montaña parió un ratón, y eso sería el fin de la batalla de Madrid, que los observadores políticos y el público en general esperamos con tanta atención y expectación.

*Periodista