WLw o peor que le puede pasar al socialismo tras dos contundentes derrotas electorales en seis meses y una profunda crisis que está removiendo sus cimientos, es enzarzarse en una batalla en la que primen los personalismos por encima de las ideas y la estrategia a seguir para recuperar el apoyo de los millones de ciudadanos de izquierdas que han pasado a votar otras opciones o ninguna. Si los socialistas añaden toscamente el origen territorial de sus dirigentes como un elemento del debate, las perspectivas de que encuentren el norte y el vigor político que requiere un partido que debe ser institucionalmente imprescindible en la vida política de nuestro país, son más bien sombrías.

Alfonso Guerra, secundado por José Bono, ha actuado con una frivolidad a tono con su acritud e inteligencia política al dar por prácticamente excluida a la ministra catalana Carme Chacón como posible sucesora de José Luis Rodríguez Zapatero en el liderazgo del PSOE por pertenecer al partido socialista de Cataluña.

Es desolador que hoy debamos preguntarnos si un catalán --o un gallego, un extremeño o un canario-- puede o no ser el nuevo líder del PSOE, porque demuestra una vez más que los separadores son los mejores aliados de los separatistas. Los ciudadanos progresistas de este país no esperan del PSOE ese tipo de enredos, sino que les defienda mejor y sea más beligerante con los poderosos.