Estos días, tenemos a nuestros políticos locales muy ocupados en formar un gobierno que gobernar. Ninguno quiere que las hechuras municipales se estrechen ante ellos y se les queden pequeñas las paredes de los despachos del consistorio. Cada uno juega sus cartas esgrimiendo amuleto para poder salir bien parado, y echa la mala futi , pinchando con alfileres agoreros la estampa del que estorba en sus planes. Podían haber sido más listas las listas electorales y dejar claro el asunto, pero ya ven, la política también es caprichosa, y a veces le da por formar estos batiburrillos, entretenida comidilla de todos los ciudadanos, quienes conjeturan, meten y sacan, según dimes y diretes.

La cuestión es que ninguno de los electos quiere quedarse fuera de la partida y todos se encomiendan a su habilidad calculadora a la hora de ofrecer y de negar, de rechazar y de aceptar, de juntar y separar, para sacar adelante su jugada maestra.

Carmen Heras , como Penélope esperando a Ulises , aguarda a que Felipe Vela deshoje la margarita y lance a la señora aspirante a alcaldesa el pétalo con el sí quiero definitivo. Mientras tanto, el PP, se afana en distraer al novio ofreciéndole una dama acaudalada y mollares que enseñe cacha y canalillo, para que éste se confunda en el recuento de pétalos y la margarita ofrezca un no inesperado. El último en entrar en esta estampa rococó --por enrevesada-- es Santiago Pavón , que no casa con el novio, pero, por cuestiones ideológicas, tampoco con quienes agasajan al electo deseado con la despampanante dama, y eso le lleva a concluir que, o se ofrece de padrino entre Carmen Heras y Felipe Vela, o se queda sin boda.

Y así las cosas, los ciudadanos no dejan de mirar al tejado del ayuntamiento, esperando que la chimenea principal exhale la fumata consistorial.

*Pintor