Con la eutanasia, si se frivoliza como es debido, todo es posible. Baste el ejemplo de los profesionales sanitarios, cuyos colegios piden que la ley de la eutanasia contemple la posibilidad de que algunos colegiados se nieguen a practicarla. Por supuesto. También habrá jueces que se inhibirían de presidir tribunales en según qué casos, depende del delito. Y habrá bomberos que preferirían no arriesgar la vida por un bosquecillo. La petición de los sanitarios es el resultado de interpretar que la ley, por ser ley, les obliga a practicar la eutanasia. De donde se deriva que los enfermos, si son incurables, estarían también obligados a que les sea practicada.

Con razón dice el diputado José Ignacio Echániz que esta ley es solo económica, porque «con cada persona que es empujada al fallecimiento por la vía de la eutanasia, el Estado ahorra muchísimo». Para el médico y exconsejero de sanidad de Castilla-La Mancha, se trata de una ley a favor de la eutanasia, dado el ahorro que supondrá y que seguramente él mismo demostraría, si pudiera, es decir, si su partido gobernara y los de su partido no fueran tan asquerositos con la eutanasia. Pero no es una ley a favor de la eutanasia, pues ni los sanitarios están obligados a practicarla ni los enfermos a que se les practique, y así ha tenido que aclararlo el presidente Fernández Vara, como si hiciera falta: «Una ley que permita, no que obligue». La aclaración debe de haber dejado más dudas, claro, y la pregunta de si era necesaria.

Por último, la ausencia de una ley de la eutanasia era una ley contra la eutanasia. Cierto que la criminalización no es una ley, pero criminaliza igual. Y bastaría con preguntárselo a Luis Montes, que murió siendo «el doctor Muerte», o a Ramona Maneiro, que será siempre «la del vaso con la pajita». Y es que la ausencia de una ley sobre la eutanasia convertía cualquier práctica -de las sedaciones del hospital de Leganés al suicidio de Ramón Sampedro- en un delito. Con una advertencia: para morir dignamente había que morir ilegalmente.

Aunque un bell morir tutta una vita onora, en España hasta ahora se moría legalmente.

*Funcionario.