TStin el hedonismo que nos impide "ver" la tragedia trascendida de Jesús y María , al convertirse en evento folklórico, hablemos de la semana de Pasión. No obstante, ésta tiene una envoltura de especial encanto y colorido, debido a la escenificación popular de grandes procesiones, con una tradición de varios siglos. Incluso en épocas en que fueron prohibidas, el pueblo se echó a la calle para acompañar a sus imágenes, respondiendo, de algún modo, a ese "encuentro de la belleza que salva", en frase del otrora cardenal de Milán, Carlo M. Martini . Pues nos fascinan los Cristos de exultante anatomía, aunque estigmatizados con los demoledores castigos de sus esbirros, y las bellísimas --o demacradas-- Dolorosas que grandes imagineros esculpieron. Como se extasía el melómano ante "La Pasión según San Mateo", de Johann S. Bach , obra de alta espiritualidad, o son admirados los vistosos uniformes de los cofrades, y hasta sus conmovedoras lágrimas, al no salir sus pasos por lluvias importunas, tronchando el trabajo ilusionado de todo un año. Y nos arroban las saetas lanzadas al corazón, entre adarves, cenobios y murallas de una ciudad antigua. Simultáneos son, pues, el estremecimiento interior del pueblo ante la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y la visualización plástica de sus imágenes, que alcanzan un alto grado emocional en el encuentro de Jesús resucitado con su Madre. La escena sobrecoge a los fieles que estallan de alegría y una ternura sin límites se posa en su garganta, tras la escenificación del drama redentor, que cambió el sentido de la Historia.

Mas la Semana Santa no sólo es escena de Pasión, sino antídoto ante la decadencia moral que está flagelando a España, sacudiendo las conciencias de una sociedad que, según el historiador Luis Suárez , se ha de basar en "un orden de valores y en una cultura que es fuerza del espíritu". Por todo ello, que sigan sonando los tambores y las trompetas no callen, hasta desaparecer el relativismo moral que Benedicto XVI denunció, y la pobreza que condena el papa Francisco . Mientras, en el mundo cristiano, se seguirán encendiendo cirios de amor y piedad a Cristos y Dolorosas, que aliviarán, sin duda, sus problemas diarios.