Vivir la belleza de la vida es mi gran deseo para todos. He preguntado a los poetas: ¿Qué es la belleza? y Shakespeare me ha contestado: "Es un barniz reluciente que de improviso se desluce, una flor que muere apenas comienza a germinar, un vidrio frágil que se rompe pronto, un jarrón de flores que se pierde, se marchita, se rompe y en unas horas se termina".

He seguido preguntando a los vientos y a la vida y he escuchado miles de repuestas. Los pescadores dicen que la belleza está en el mar, en los acantilados y en las playas, en donde viven felices faenando, sacando el pan de cada día: pero temiendo la llegada de los chapapotes contra los que hoy luchan.

El presidente Bono hacía un canto a lo bello al contarnos que para él están primero los hombres y problemas de su tierra que el partido, mientras da un NO muy grande a los insultos y faltas de respeto en los debates políticos. La belleza está en los soldados y voluntarios dedicado a la limpieza del litoral gallego saludando al nuevo año al son de una cacerola.

Hasta he oído decir al agraviado y al injuriado que la belleza es gentil y buena. Camina entre nosotros como una madre joven, casi avergonzada de su propia gloria y al apasionado contestarle: no, la belleza es cosa de poder y temor. Cuando era niño en mi pueblo, Acebo, Sierra de Gata, la veía entre la nieve de Jalama y me decía: vendrá en primavera, saltando sobre las colinas. Luego en el suave calor del verano y las aguas frescas de sus ríos, repetía: volverá con las hojas caídas del otoño y el dulce sabor del mosto del vino nuevo y la alegre cosecha de aceituna y naranjas.