Bendita locura la de los empresarios que un día prefirieron crear riqueza donde antes no había nada. Bendita locura porque decidieron que fuera en Extremadura y no escucharon cantos de sirenas. Locos maravillosos que no se dieron por vencidos cuando les surgieron todas las trabas imaginables. Subidos en su colina vieron con nitidez que para ganar había que arriesgar. Y eso que podían perder.

Bendita locura la de los autónomos que levantan cada día el cierre de sus negocios o se echan a las carreteras en busca de sus clientes. Quijotes de la vida que no le tienen miedo al ‘no’ y que ven siempre oportunidades para vender sus productos y servicios. Maravilla de desquiciados que cuando llega una inspección de Hacienda o una auditoría lo tienen todo en regla, tras noches de insomnio y trabajo. Insensatos que, además de crear de trabajo, se preocupan de que las condiciones de sus empleados sean las mejores. No importa que ya falleciera aquel bizarro fantasma que a lomos de Rocinante cabalgaba en el desierto.

Amigos míos: Los locos le están ganando la batalla a los cuerdos, a los que solo buscan el calorcillo del subsidio y los panes prestados. El cerebro, el culpable de los miedos, del ‘no me arriesgo’, manda en los prudentes, en casi todos. Pero algunos pocos se lían la manta a la cabeza y deciden hipotecar su vida por un sueño.

Estas reflexiones las hago tras escuchar el discurso que Darío Martínez de Azcona, le dedicó a su padre, Antonio Martínez Buzo, ‘Noni’, en la entrega de Premios Turismo de El Periódico Extremadura. El hijo le llamaba ‘loco’ reiteradamente por haber puesto en marcha una red de hoteles. Él, que tenía una farmacia y podría haber vivido sin quebraderos de cabeza, decidió que había que darles a nuestros visitantes alojamientos dignos. Convirtió espacios en ruinas en soberbios alcázares del descanso. Obra, sin duda, de un tarado. Bendita locura la de ‘Noni’. Refrán: Ya no hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible, horriblemente cuerdo. (León Felipe).

*Periodista.