Los mundos "ultra" terrenales, que las diversas sectas y corrientes religiosas consideran el destino último de los seres humanos, has sido desde antiguo motivo de inspiración de poetas, narradores y músicos, para escribir y componer grandes poemas, dramas o conciertos de profundo impacto y emoción en las gentes. Dante Alighieri hizo circular a Virgilio por el infierno, el purgatorio y la gloria, con hermosas descripciones de sus ámbitos y habitantes. También Mahoma recorrió estos mismos espacios místicos, guiado por el arcángel Yibrîl , o Gabriel , que le mostró especialmente los siete ámbitos del infierno. Jacques Offenbach compuso su "Orfeo en los Infiernos" con acelerados ritmos de "can-can", completando así a otras composiciones y conciertos que se ambientaban en el cielo. Pero hoy, en mi reflexión semanal e irreverente, me voy a centrar especialmente en el "purgatorio"; en este lugar anodino, casi olvidado, sin personalidad en el complicado concepto de la eternidad, al que parece que nadie desea ir de forma definitiva.

El Averno demoníaco aparece en la mente popular más definido y seguro: allí van los malos, los criminales, los herejes y los que no van a misa. Son muchos; así que el ruidoso infierno debe ser bastante animado, caliente y bien iluminado de fuego eterno. Por el contrario, el Paraíso --al que van los buenos-- se nos describe como un lugar silencioso, fresquito y muy tranquilo. Aburrido, en definitiva; porque a él van los justos, los honestos, los que no dicen mentiras y echan perras en los cepillos; y de estos hay muy pocos. Por eso quizá, un recién fallecido se quejaba en el departamento de "Atención al Cliente" al llegar a la gloria: "En el infierno había mucha animación, risas de diablos, danzas de condenados y ambiente cálido por el fuego que calienta las calderas de Pedro Botero ". "En el purgatorio, no tanto, pero se respiraba otro ambiente... En cambio, en el Cielo: silencio y caras largas... ¿Cómo era posible?. ¡Para cuatro que somos --le respondía San Pedro con mansedumbre --y con los últimos "recortes" no tenemos ni para un simple tocadiscos!".

XEL PURGATORIOx es otra cosa. Allí van a parar los que no han sido buenos, ni justos, ni decentes; los que han mentido, estafado, engañado y robado. Aunque --eso sí-- sin matar a nadie. Parece como si este purgatorio hubiera sido establecido "ex profeso" para los actuales dirigentes españoles. Para los banqueros y prestamistas, para varios ministros y responsables políticos, para los jueces que ordenan desahucios y para miles de funcionarios que han cedido a la tentación del nepotismo, de la corrupción, de la manipulación o de otros "pecadillos consentidos", tan habituales en los modos y modas de nuestro país.

Si intentásemos hacer un recorrido por los distintos ambientes del purgatorio --si es que algún día llegamos a sus puertas-- no tendríamos problema con el idioma; quizá encontrásemos a un montón de delincuentes y gentes de negras costumbres, que, aun siendo condenados por la justicia, fueron indultados por un gobierno insulso y desmañado porque eran "gentes de bien", con corbata y todo, amigos de sus amigos y con un nivel de rentas superior a la media.

Por supuesto, también encontraremos a los responsables y muñidores de reformas, recortes, subidas de impuestos y tasas, leyes laborales o de enseñanza, privatizaciones y subastas de los bienes comunes de los pueblos o de los establecimientos sanitarios; mientras que condonaban impuestos a los ricos y poderosos --especialmente a los defraudadores de la Hacienda Pública-- y miraban para otro lado cuando alguien les preguntaba por su propia honestidad.

Bueno, la relación de sinvergüenzas que podremos encontrar en el "limbo" de los condenados a medias, puede ser infinita, aunque todos ellos sean "almas benditas", como dice la Biblia. Quizá haya también categorías, como pasa en la Tierra; la clase superior estará formada por los más elegantes, los que juegan al "paddle" sobre las nubes y tienen cuentas en la Suiza celestial. Presidentes de las comunidades autónomas etéreas que siguen haciendo sus componendas para privatizar el Limbo y obtener con ello algún que otro "sobre" (saliente). Sacerdotes u obispos de moral algo relajada; en fin, gentes numerosas y variadas, educadas en el catolicismo más vaticanista, pero que se les pudrió la honestidad en los sotabancos del alma, a causa de no usarla nunca.