La banca española tiene motivos más que suficientes para pensárselo dos veces antes de presentar los resultados del ejercicio 2008. Primero, porque las cifras van a ser miradas con lupa --y con resentimiento por buena parte de los ciudadanos-- en un momento en el que persiste el clima de desconfianza en los mercados financieros. Segundo, porque el Banco de España ha recomendado a las entidades financieras que mantengan unos beneficios similares a los del ejercicio 2007 y que, en lugar de repartir dividendos entre los accionistas, realicen provisiones extraordinarias para afrontar las dificultades que pueden llegar en un año que se prevé muy complicado. Y en tercer lugar, porque la imagen de bancos y cajas caería por tierra si se presentaran beneficios muy abultados, cuando se ha extendido el clamor de que la financiación no llega con fluidez ni a familias ni a empresas, pese a las grandes inyecciones de liquidez.

Por eso los resultados del 2008 presentados el pasado miércoles por Banesto --primer banco que lo hace-- parecen haberse adaptado a ese guión para salvaguardar la imagen: recogen unos beneficios de 779,8 millones de euros, con un crecimiento de solo un 2% sobre el ejercicio del 2007. Un avance más que moderado si se piensa que Banesto aumentó sus beneficios en el 2007 un 26,1% sobre el año anterior. La entidad que preside Patricia Botín ha hecho los deberes impuestos por el Banco de España y, prudentemente, ha destinado 60 millones de euros a provisiones voluntarias.

Esa política ortodoxa, muy pertinente en la adversa coyuntura actual, es la que ha permitido a la banca española mantener la solidez de la que han presumido tanto los banqueros como el presidente del Gobierno cuantas veces ha tenido ocasión. Pero la prueba de fuego para bancos y cajas va a venir este año, en el que se esperan más suspensiones de pagos y una mayor morosidad de unas familias excesivamente endeudadas. Es, por tanto, razonable que los accionistas de las entidades financieras reciban menos dividendos y a cambio se saneen los balances con provisiones generosas. No presentar cifras espectaculares de beneficios --como venía ocurriendo año tras año en la banca española desde hace más de una década-- no es un drama. De hecho, una entidad de la envergadura del Deutsche Bank ha presentado pérdidas, por primera vez desde la segunda guerra mundial, como consecuencia de la crisis financiera internacional. Aquí aún estamos muy lejos de los números rojos.

Por lo demás, el 2009 debería ser también el año en el que el actual estrés financiero diera paso a una mayor apertura del crédito, sin la cual la destrucción de empleo parece inevitable.