TLto de Batasuna del domingo pasado en San Sebastián fue como las bengalas que lanza un barco antes de naufragar. Para tratar de evitarlo, lo primero es hacerse visible, que te localicen, te vean y acudan en tu ayuda. Los nacionalistas radicales van camino del hundimiento si, a causa de su ilegalización en el 2002, no pueden presentarse a las elecciones autonómicas de la primavera, como ya no pudieron hacerlo a las municipales del 2003.

Al verlo venir, tratan de hacer méritos. Presentan una propuesta con la esperanza de ver reconocido y valorado el sacrificio que supone para ellos prestarse al diálogo porque la causa lo merece. La causa, según reza el documento, consiste en "superar" de una vez por todas el "conflicto" "político" y "armado", mediante el procedimiento de sacar la "confrontación" de la calle y llevarla a la mesa de las "negociaciones". Las comillas son deliberadas. Aunque se trata de palabras de uso amplio y genérico en la lengua castellana, tienen un significado convenido, específico, casi exclusivo de la retórica propia del nacionalismo vasco.

Da mucha pereza, después de tantos años, desempolvar la guía para abrirse paso entre esas palabras, pero sirva la disgresión para poner de manifiesto cómo el domingo en Anoeta el lenguaje volvió a ser una trampa para adversarios del nacionalismo en su doble versión, el que gobierna y el que acojona. Deberían saber ya que eso se ha acabado. A estas alturas, esos anzuelos en forma de palabras ya no los muerde nadie.

Lo dicho. El ostracismo no le sienta bien al brazo político de ETA. Por eso presentó su cara más amable. La cuestión no es descifrar sus propuestas sino saber si han desaparecido las causas por las que Batasuna está fuera de la ley. No parece.

*Periodista