Periodista

Tal vez sólo Italia puede resistir el récord de Silvio Berlusconi: ocho veces procesado, sus colaboradores --el último, Cesare Previti, condenado a 11 años en primera instancia-- azacanados ante los jueces y él, impávido y al ataque. Primer ministro y todo, se ha permitido deponer ante los magistrados en un viejo asunto de privatizaciones para echarle la culpa a un muerto, Bettino Craxi, y, de paso, desacreditar a Romano Prodi.

Pero hay más. Su mayoría parlamentaria prepara lo mejor de todo: una ley que dará impunidad a ministros y líderes en el ejercicio de sus funciones. El argumento de evitar la judicialización de la vida política, aceptable en sí mismo, convertido en un principio de discreta impunidad a medio plazo. Perfecto.