TEtl ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo , dijo este miércoles en el Congreso que antes o después volverán a darse las condiciones para que un Gobierno de España, éste u otro, intente un final dialogado de la violencia, en los términos de la resolución parlamentaria aprobada el 17 de mayo de 2005. Las condiciones se refieren a la voluntad de los terroristas de dejar las armas, acreditada con "actitudes inequívocas".

Salvo casos de pesimismo irrecuperable es muy verosímil que ETA se debilite cada vez más y que el terrorismo tienda a desaparecer. Más pronto o más tarde esta gente tendrá que levantar una bandera blanca y ofrecer al Gobierno la oportunidad de pactar el adiós a las armas. Y cuando llegue ese momento, sea el Gobierno del PSOE o del PP, tendrá que aceptar el ofrecimiento sobre las bases de la resolución invocada por el ministro, que hoy está hibernada pero entonces volvería a estar viva.

Si la releemos nos encontraremos un guión de cuatro puntos. Primero, el objetivo último es la disolución de la banda. Segundo, la política debe contribuir a lograrlo si se dan las condiciones. Tercero, el método sería el diálogo. Y cuarto, quedan excluidas las cuestiones políticas porque eso concierne a los representantes de la voluntad popular. No tiene nada de malo expresar el deseo de que alguna vez las cosas puedan discurrir por ese camino, aunque ETA lo haya desbordado al primer intento con inaceptables pretensiones políticas .

Todo esto es casi una obviedad. Sin embargo, al día siguiente, los dirigentes del PP y sus medios afines hicieron una traducción libre de las declaraciones de Fernández Bermejo y las transformaron en un anuncio de que el Gobierno ya estaba preparando una nueva "negociación política" con ETA.

Los expertos en sombras chinescas tomaron las palabras del ministro de Justicia como la inequívoca confirmación de la doctrina Mayor Oreja , no desautorizada por Rajoy . A saber: Estamos en el descanso, pero en el segundo tiempo --o sea, después de las elecciones, si las gana--, Zapatero volverá a negociar políticamente con ETA.

Si la mala fe no nos hace perder el juicio, hemos de admitir que ETA rompió los tratos con el Gobierno de Zapatero precisamente porque éste se plantó frente a las reivindicaciones políticas de la banda. Pero me parece que la buena fe es un bien escaso en el mercado político nacional.