Tú no vivías en 1953, año en que se rodó la película Bienvenido Mister Marshall. Pero sabes, porque lo has leído en varios artículos y comentarios, que su director, Luis García Berlanga, la cargó de ironía para poder burlar la censura franquista, ya que su pretensión iba más allá de hacer una buena película, algo que consiguió. Dentro de su guión se escondía una irónica crítica a la sociedad española de entonces, mostrando subliminalmente personajes estereotipados de una España cateta, sumida e implantada por el franquismo, por la que pasó de largo la ayuda económica de los americanos del Plan Marshall, ese que sirvió a otros países de Europa para desarrollarse tras la Segunda Guerra Mundial.

Tú has visto la película varias veces y la has comentado en muchas ocasiones con amigos y conocidos de distintas convicciones e ideologías. Algunos de ellos la consideran una simple exaltación del folclorismo y refutan su calidad artística, hasta el punto de desear que el filme quede encerrado para siempre en los sótanos de la Filmoteca Nacional. Dicen que les da vergüenza ver ese elenco de personajes tópicos que nada tienen que ver con la España de hoy.

Esa es la misma vergüenza que algunos extremeños han sentido al ver como en la estación de Atocha de Madrid otros extremeños, pertenecientes a la plataforma ciudadana Milana bonita, montaban un ocurrente performance valiéndose de los personajes de la película Los santos inocentes. El idiota Azarías, el sumiso Paco el Bajo, la sufrida y resignada Régula, se han paseado por los andenes de la moderna estación de Atocha para reivindicar que un tren moderno pare en las estaciones de Extremadura. Es obvio que estos personajes no representan a la Extremadura actual, pero ha sido una buena idea utilizarlos para recordar al respetable lo que fuimos y no estamos dispuestos a ser de nuevo. ¿Qué mejor que la originalidad y la ironía para llamar la atención y reivindicar?

En la próxima manifestación, convocada para el 18 de noviembre en Madrid, debemos ser muchos miles de Azarías, Pacos y Régulas como los de Milana bonita” no santos ni inocentes, sino irónicos y reivindicativos.