Hay quien predice que esto de los nuevos partidos es cosa de cuatro días y que, tarde o temprano, el bipartidismo volverá a reinar en este país y, por extensión, en la mayor parte de las instituciones. No lo sé, no tengo una bola de cristal para afirmarlo con rotundidad, pero lo cierto y verdad es que si los que han venido a denominarse nuevos partidos (esos que llegaban para regenerar la vida política) siguen como van, el PSOE y el PP lo van a tener muy fácil para recuperar lo que hace muy poco era suyo, todo el espectro político español. Estado, comunidades y ayuntamientos volverán a lo de siempre: socialistas o populares y nada de gobiernos de dos más dos o inventos extraños de alcaldías de Podemos apoyados por PP y Cs que, en algunos casos, se imponen desde Madrid o se conciertan por el mero hecho de quitar de en medio a quien ha ganado las elecciones.

Vox no es más que una escisión del PP y tarde y temprano regresará a casa como núcleo más duro. Su electorado se siente defraudado. Primero, porque el éxito del partido no ha respondido a las expectativas generadas; y segundo, porque, a la postre, no dejan de ser complementos de gobiernos populares a los que Cs no quiere ni arrimarse. En Extremadura no han entrado en el Parlamento al no llegar al 5% de los votos, miles de papeletas tiradas a la calle, lo cual hace que se apague la luz de su escaparate. Y en Badajoz y Cáceres su presencia es testimonial con un único concejal, aunque en el primer caso puede tener algo de recorrido al ser su voto sostén de un gobierno en minoría.

Podemos está en franca recaída y, salvo excepciones puntuales como Cádiz o Valencia, no encuentra su sitio. De lo que era a lo que es va un abismo y ni un Vistalegre III arregla esto y eso que Pablo Iglesias ha logrado contener la debacle. Sus líos internos han alejado a su electorado y los ruegos al PSOE de Sánchez los ponen en una tesitura sumisa que nada gusta a su gente. En Extremadura su fusión con Izquierda Unida les ha dado las alas que precisaban para no caer, pero los 4 diputados cosechados por Irene de Miguel suponen una perdida considerable de presencia pública y la mayoría absoluta del PSOE les pone en una posición cuasi testimonial. No saben muy bien si parar a la derecha, lucha que mantenían hasta hace apenas dos semanas, o parar al todopoderoso PSOE, ahora con una apisonadora en sus manos. Este escenario de nadie es complicado, pero más aún el de los ayuntamientos donde ni pinchan ni cortan y en el caso de Badajoz casi desaparecen por culpa de sus luchas internas.

¿Ciudadanos de qué son? Me preguntaba hace poco una joven en una reciente visita al periódico. A veces una pregunta infantil refleja en realidad la gran duda que tiene media España. ¿Los de Rivera exactamente dónde están? En verdad son liberales, al menos así se han definido hace poco, pero su posicionamiento hacia la derecha, complementando decenas de gobiernos municipales con el PP, y en algún caso con Vox, los sitúa ante los ojos del electorado en ese lado del espectro ideológico. No digamos si se sigue lo ocurrido en Madrid, Castilla y León y lo pretendido en Aragón, donde los naranjas han cambiado cromos con el PP desde un gabinete de pactos convenientemente abierto en Madrid.

En Extremadura el partido ha sufrido una cierta desazón. Aunque disimulen, sus expectativas eran bastante más altas de la mano de Cayetano Polo. No en vano, las encuestas les situaban en un mejor escenario, siendo llave de un hipotético gobierno a la izquierda con el PSOE (lo que les hubiera reportado enormes réditos en las instituciones autonómicas o incluso el intercambio de alcaldías); o siendo complemento en un posible gobierno de las tres derechas, lo que hubiera traído aparejado un poder de influencia superior y una posibilidad de contar con cargos institucionales por doquier.

En lugar de eso, han quedado un tanto desdibujados como segunda fuerza política de la oposición. El PP de Monago, a pesar de su caída, cuenta con 20 escaños, 13 más que ellos, por lo que resulta el líder de la oposición sin ningún género de dudas, y el PSOE no quiere saber nada de ellos después de su posicionamiento a la hora de la formación de gobiernos en Cáceres y Badajoz, donde en el segundo caso le han arrebatado la alcaldía pactando con el PP quitando de en medio al socialista Ricardo Cabezas que había ganado las elecciones.

En cuatro años hacemos cuentas. A ver dónde está el PSOE, con un Vara que tendrá que marcharse dado que no puede repetir como candidato; un PP con Monago donde hay voces en privado que le enseñan la salida pero sin que él se dé por aludido al no existir, por ahora, recambio; y otros tres ‘nuevos’ partidos que en solo unos pocos años han adquirido los mismos vicios que los viejos o, si me apuran, en algunos casos hasta peores. ¿Hacemos apuestas? Yo tengo la mía, pero eso ya lo vemos otra semana.