Periodista

Que aprenda el primer ministro británico, señor Blair, de su amigo español. Mientras a él se le insubordinan los diputados y hasta los ministros, el señor Aznar mantiene prietas las filas en su partido y cuenta con la adhesión inquebrantable de todos los suyos, desde los que aspiran a sucederle hasta el último militante de base.

En el Reino Unido hubo una amplia rebelión en las filas laboristas por el apoyo incondicional del primer ministro al presidente George Bush y hasta algún ministro dimitió, y ahora las disidencias han surgido por la caza del zorro, que el señor Blair, poniéndole condiciones, quiere mantener, con lo que demuestra una vez más que su laborismo es muy atípico.

Demuestra estar más cerca de la aristocracia que de la opinión dominante en el partido. De ahí que en una votación parlamentaria, la mayoría de sus diputados hayan atendido más a su conciencia que a la disciplina de voto.

Los abolicionistas se sienten un poco más cerca de la prohibición.

¡Qué diferencia con el PP español, donde dicen que al recibir el carnet del partido al nuevo militante se le exige el voto de obediencia! Parece que el catecúmeno presta el juramento ante un retrato del señor Aznar para que en todo momento tenga muy en cuenta a quién ha de obedecer. Así se consigue la disciplina de las órdenes religiosas más severas. O la de los cuarteles.

Ya lo dijo alguien: para ser del Partido Popular se ha de ser mitad monje y mitad soldado. No ha de extrañar que la indisciplina fuera mínima en las semanas que precedieron al ataque contra Irak. Dimitieron cuatro concejales de pueblo y poca cosa más.

Que pruebe el señor Blair con el voto de obediencia, aunque los británicos son muy suyos y es probable que no le hagan caso.