TTtony Blair acaba de publicar un libro de memorias, que es ya record de ventas. El político inglés fue en tiempos hombre popular y atractivo. Llevó nuevos aires a Downing Street, revolucionó las viejas formas y fórmulas británicas con su estilo rompedor y moderno y ese vendaval de juventud reflejado en exitosas películas como Love Actually o La Reina . Durante un tiempo se le tuvo por político amable y dialogante. Luego llegó Irak y el viento de la guerra barrió al viento del pueblo. Hoy dicta conferencias, reza con Obama antes de que lo haga ZP y publica memorias. La última película de Polanski , El escritor , inspirada en una polémica novela de Robert Harris y merecedora del Oso de Plata en la última Berlinale, justo en los momentos en que su director purgaba turbios pecados de juventud, fantasea sobre supuestos crímenes de guerra de Adam Lang , un maduro cañón encarnado por Pierce Brosnan en quien muchos han querido ver al expremier en persona. Este ni de lejos puede competir con el actor irlandés en prestancia pues su físico tan inglés padece del mismo mal que Hugh Grant o Paul Mcartney , una vejez afeminada, algo fofa y rosácea, debida quizá a la falta de pigmentación. Blair lleva por tanto muchos meses en el candelero y seguirá estándolo por sus revelaciones, que a algunos han escocido y a otros encantado. No he leído el libro pero flipo con lo que la prensa destaca. Inquina hacia Cameron , respeto y cariño por Aznar . El hecho de que ambos jugaran a reyes del mambo mundial junto a Bush en los años de la foto de las Azores imprime carácter. También coincide con el expresidente español en lamentar algo tardíamente su monumental equivocación sobre las armas de destrucción masiva, aunque no parece que le coman los remordimientos. Como él creía honestamente que las había, la culpa es de los espías. Quizá por compensar la pérdida de tantas vidas la pasta la donará a un centro de rehabilitación médica para soldados. Tal vez un modo como otro cualquiera de lavar la conciencia.