Si hay una víctima de ETA que constituye el símbolo de la unidad de los demócratas contra el terror ese es Miguel Angel Blanco, el concejal del PP de la localidad vizcaína de Ermua que sufrió el asesinato más cruel que imaginarse pueda, si es que caben grados en la actividad criminal de la banda etarra. Y, sin embargo, ahí está, víctima involuntaria de una polémica que ha surgido porque el Partido Popular extremeño no ha convocado a todas las instituciones y asociaciones que deberían estar esta tarde en Calzadilla de los Barros sumándose al homenaje.

En las últimas semanas, los partidos mayoritarios de la región no aciertan con las convocatorias. Ocurrió con la reunión de alcaldes para protestar por la eventual paralización de las obras del AVE en el tramo portugués (en esta ocasión fue el PP el que se quejó de que el PSOE no convocara a sus alcaldes en tiempo y forma) y ahora ha vuelto a ocurrir. El PSOE y la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo --distinta a la AVT-- se han sentido discriminados porque el Ayuntamiento de Calzadilla, gobernado por el PP y organizador del homenaje, no los ha invitado al mismo.

Es un error que enturbia un acto y una figura que está, afortunadamente y con independencia del partido al que perteneció, por encima de banderías. Si el PP lo ha hecho conscientemente y ha querido que este acto, en el que va a participar el dirigente popular vasco Antonio Basagoiti, sea interpretado por los ciudadanos como una apropiación de la figura de Blanco, flaco favor le han hecho a esta y a lo que representa, que es sagrado: la repulsa al terrorismo de todos los demócratas, tengan las ideas que tengan.