Parece increíble pero el debate de las enmiendas a la totalidad presentadas por la oposición contra la LOMCE, debatida por el Congreso ha resultado más una tertulia de inter-economía que un debate serio. Es cierto que se trataba de enmiendas a la totalidad, quedan aún las enmiendas parciales, pero ni por un lado ni por otro, el debate fue de los más educativos. Que si insultos velados por un lado, que si críticas fuera de lugar por otro, que si Bárcenas , que si financiaciones, NO-DO casposo, ignorancias palmarias y un sinfín de abruptos y desabruptos entre los asistentes. Si mi hija tuviera edad para entenderlo le diría que dicho debate es el ejemplo de lo que no hay que hacer cuando se debaten leyes educativas.

Que esta ley nace fuera de un pacto de mínimos necesario entre fuerzas políticas cuando se trata de leyes educativas es obvio, tampoco es que las anteriores fueran fruto de un gran consenso, que es la primera vez que se presentan 11 enmiendas a la totalidad también es verdad, que la inmensa mayoría de sindicatos, están en contra, total o parcialmente ha quedado patente, padres, madres, alumnos, colectivos... esta Ley gusta a muy pocos y precisamente por eso en su debate parlamentario nuestros dirigentes, repito, por uno y otro lado, debieran haber estado a la altura de lo que la sociedad demanda de ellos, responsables políticos con argumentos y razones y menos insultos y descalificaciones, que para eso ya existen demasiados programas de tertulianos, aunque no sean ministros.

Esta Ley verá la luz, basta con ver el resultado de las votaciones, 179 a 149 con las once enmiendas a la totalidad, el grupo opositor, esos que firman pactos de paralización de la ley en la próxima legislatura, más debiera centrarse en defender sus enmiendas parciales, susceptibles aún de modificar aquellos aspectos que no le son de su agrado en la Ley más que de crear cortinas de humo aprovechando el mal momento político del PP porque en Educación no se trata de decir a todo que no, se trata de trabajar para buscar un consenso o un pacto de mínimos y todavía estamos a tiempo.

En definitiva, tras el bochornoso ejemplo, queda clara la falta de consenso y la imposibilidad de alcanzar algún acuerdo sobre la reforma educativa en el trámite parlamentario, único garante de estabilidad para el sistema educativo. Solo nos queda apelar a la voluntad política para poder cambiar parcialmente la LOMCE, y se me antoja tarea casi imposible.