Llegas al portal de tu casa y te da miedo abrir el buzón de correos. En los últimos cinco días has recogido de su interior dos invitaciones de bodas. De momento, algo blanco se ve por los agujeritos de la pequeña puerta del buzón. En efecto, un sobre alargado en el que están escritos tu nombre y tus apellidos, con la coletilla "y Señora". El hijo de tu antiguo compañero Bernardo , que era para ti como un hermano en la empresa, y al que no ves desde que se jubiló, hace seis años, se casa, y estás invitado a su boda. Tres bodas tienes este año: la de una sobrina, hija de tu primo Gervasio ; la de tu ahijado Luisito , el hijo de tu compadre Fabián ; y la de un chico al que apenas conoces.

Con lo fácil que es coger los bártulos, tomar de la mano a la mujer o al hombre a quien quieres y montar el nido de amor en cualquier pisito. Cuántos compromisos se ahorraría la gente, porque el asunto este de las bodas se ha convertido en un negocio en el que impera la regla del toma y daca . La clave está en convertir el toma en el doble del daca , y eso se consigue celebrando bodas multitudinarias, a poder ser en salones refinados, y eligiendo menús esnobistas, de esos que están compuestos de platos a los que se les ponen unos nombres que parecen versos gastronómicos escritos con tinta de calamar criado en piscifactoría.

Te acuerdas de lo ocurrido a tu amigo Carlitos García , que fue invitado, junto a su abuelo, don Eliseo , a la boda de un primo lejano distinguido de los que usan niquis lacoste de mercadillo. Era una boda eclesiástica, con comitiva nupcial en chaqués ellos y con bolsos loewe ellas, restaurante de postín y menú delicatessen. A Carlitos y a don Eliseo los sentaron a una mesa copada por una pandilla de oseas jóvenes. Uno de los platos contenía varios sabrosos carabineros que todos pelaron con cuchillo y tenedor, menos Carlitos y don Eliseo, que no sabían hacerlo, y por vergüenza, muy a su pesar, no los comieron. "Excúsennos, pero tanto mi nieto como yo somos alérgicos a los mariscos" exclamó don Eliseo, mirando con apetencia sus hermosos carabineros. A ambos les retiraron los crustáceos y les sirvieron una rica tortilla francesa.

*Pintor.