WLw a llamada teoría de la conspiración sobre el atentado del 11-M sufrió ayer un golpe sin paliativos que, es de esperar que sea el definitivo. El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ha imputado a los tres peritos de la policía científica que vincularon a ETA con el 11-M por falsificar un documento relativo a los hallazgos de ácido bórico en los domicilios de un islamista en el 2004 y de un etarra en el 2001.

El documento en cuestión, y que el magistrado cree falsificado, es precisamente el que ha ventilado el diario El Mundo, y al que se ha agarrado el PP, dentro de lo que podría denominarse estrategia de desinformación sobre los atentados del 11-M, para extender la tesis de que desde el Ministerio del Interior se han ocultado o tergiversado pruebas para ocultar que ETA participó en la matanza. El derrumbe ante el juez de uno de los tres peritos ha servido para desmontar una sucia operación disfrazada de periodismo de investigación y que ha dado pie a que los medios más favorables al PP alimentaran machaconamente la teoría de que se están ocultando las claves del atentado.

Sin embargo, lo más grave no es que se haya destapado parte del pastel de una descerebrada campaña periodística. Lo peor es que la confesión de la manipulación de ese documento deja completamente fuera de juego al primer partido de la oposición, el Partido Popular, que no ha dudado en utilizar la información de El Mundo como munición contra el Gobierno y, muy en especial, contra Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior.

Toca ahora, por tanto, que la justicia actúe contra los tres, todavía presuntos, falsificadores; que quienes han difundido el falso documento se disculpen ante sus lectores, oyentes y ante la opinión pública española, y sobre todo que el PP explique por qué se ha dejado llevar por una información no contrastada.

Buena parte de la opinión pública española ha confiado en las fuerzas de seguridad y en las instituciones y no tiene dudas sobre quiénes cometieron el salvaje ataque del 11 de marzo del 2004. Pero hay otra parte que todavía cree en una vinculación entre el terrorismo de Al Qaeda y el de ETA. Están en su derecho. Pero todo indica que son víctimas de un monumental engaño por razones partidistas. Mariano Rajoy no debe perder ni un minuto para desmarcarse de unos presuntos delincuentes que con una burda falsificación han pretendido poner al país en un difícil trance. Si el PP es de verdad un partido responsable está obligado a poner fin a una estrategia que no lleva a ninguna parte y que ayer quedó completamente desacreditada.