XLxas cifras pueden ser áridas pero siempre ilustran, y Bolivia en cifras, es más de un millón de kilómetros cuadrados, supera los ocho millones de habitantes, tiene una tasa de natalidad del 31,4%, un horror de natalidad en relación a una renta per cápita que no llega a los mil dólares; hay un 15% de blancos, un 30% de mestizos, un 25% de quechuas, un 16% de aimaras y el resto otras etnias. Se habla castellano, pero un porcentaje muy alto de quechuas y aimaras, conservan su propia lengua.

La historia, que también ilustra, nos habla de una colonización feudal, desarrollada por la población criolla, con resistencias puntuales de elementos indígenas organizados, muy significativa a este respecto, es la sublevación de Tupac Amaro en 1781, que llegó a sitiar La Paz, y que es finalmente derrotado por la gobernanza de la Corona española con la colaboración de la población criolla. Indios y criollos, se entendieron mal, tanto que en la guerra de la independencia americana, se pusieron al lado de las tropas españolas. Puestos a tener amos, se fiaban más de los de Madrid que de sus connacionales, y no les debía de faltar razón. Finalmente, después de la batalla de Ayacucho (1824), Bolivia alcanza su independencia en 1825, con la toma por Sucre , lugarteniente de Bolívar , de La Paz, naciendo una Bolivia abierta al océano Pacífico. En 1879, en una guerra con Chile, pierde esta salida y se convierte en un Estado interior, lastrando gravemente su economía. Para añadir mas desastres aún, en 1932 entra en una absurda guerra con Paraguay, que también pierde, ahondándose la creciente miseria. La estabilidad política se resume elocuentemente en que en menos de doscientos años, doscientos golpes de Estado.

Ahora Bolivia vive claramente el inicio de una revolución, que muy probablemente será cercenada, y que los europeos creemos que entendemos y seguramente no la entendemos tanto. Los patrones políticos de democracias formales, son hijos de una cultura y establecerlos al margen de ella resulta muy complicado, en el supuesto de que sea posible. En nuestro Occidente priman los valores de estabilidad económica sobre otros de carácter vitalista, sean de raíz cultural o religiosa, y así, por ejemplo, preferimos tener menos de dos hijos por familia a superar los cinco de media. En treinta años, Bolivia ha duplicado su población, y esto aun siendo rico, es difícilmente soportable, no siéndolo, es absolutamente insoportable. Y Bolivia es puro sector primario, aun con petróleo, y en el siglo XXI, cuando un país basa su economía sobre el sector primario es pobre, más allá del emirato de no sé donde, o de la isla de no sé quién. Los revolucionarios bolivianos me caen simpáticos, pero me tranquilizaría más que aparte de nacionalizaciones algo desfasadas en el devenir histórico-económico, no reivindiquen anticonceptivos.

En el marco geopolítico, lo tienen crudo también, y bien que lo siente uno, pero el Imperio es el Imperio, y si ha intervenido en lugares como Afganistán o Irak, bastante más lejos de Washington que de Bolivia, no hay duda de que aquí también lo haga. Sin marines, por innecesario e inconveniente, pero intervendrá, con seguridad que ya lo está haciendo, y tampoco estos caminos son lineales. Lo mejor hasta ahora de la revolución Boliviana es que aún no hay más que un muerto que sepamos, lo que para la dimensión de lo que está ocurriendo es francamente consolador.

Mientras tanto, en la Unión Europea estamos a lo nuestro, a la pela, que como metáfora, suena mejor que al euro, por su casticismo barriobajero, y ya se sabe, si me quitas, me voy, si no me das, me cabreo, en fin, sutilezas entre bambalinas, en los inteligentes edificios de Bruselas o Luxemburgo; entre tanta acumulación neuronal, hablar de Bolivia es como hablar de Marte. Esperamos que sea cierto eso de que Dios aprieta, pero no ahoga .

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA