Se han hecho públicos los resultados del primer ensayo comunitario sobre la eficacia de la circuncisión para evitar el contagio del VIH, demostrándose un efecto protectivo del 65%. Cualquier científico trabajando en vacunas para el sida saltaría de alegría con él. Aunque quedan preguntas por resolver, traducir estos resultados en políticas de prevención no va a ser fácil, dadas las connotaciones culturales y religiosas de la circuncisión.

Después de la falta de resultados en vacunas preventivas y del relativo fracaso de las políticas basadas exclusivamente en cambios de conducta, asistimos a un importante cambio en el abanico de intervenciones efectivas para disminuir los contagios de VIH. Desde el tratamiento en las primeras semanas de la infección, al diagnóstico y tratamiento de otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y ahora la circuncisión, queda claro que la prevención y control del VIH debe incorporar las nuevas evidencias de intervenciones biológicas. Ello supone un reto para la provisión de servicios asistenciales y preventivos, especialmente en contextos donde poco sabemos sobre la distribución de infecciones como el herpes, la gonorrea o la sífilis, que sí influencian la propagación del VIH.

La circuncisión probablemente tenga poco impacto en la epidemia en Occidente, pero el estudio demuestra que en muchos países puede tenerlo. Algunos de ellos están planteando ya la obligatoriedad de la misma. El debate está servido. Es necesario y debe hacerse con rigor.

*Médico epidemiólogo.