TAtl contrario que la pena, los consejos no pesan. Sal más, sal menos, quédate en casa, échate a la calle, abre las ventanas, ciérralas, sonríe, no lo hagas, habla, calla. Yo escucho como escucharía un fruto, si pudiera. Madura, sigue verde, cáete de una vez, permanece en la rama... Pobre, como si pudiera elegir. Guardo la prevención de las heladas, la susceptibilidad de los pájaros. No sé cuándo, ni cómo, solo sé que llegará la cosecha. Siempre llega. Y hasta entonces solo queda vivir, ni siquiera esperar. Me gustaría que bastase hilar un día con otro, enhebrar horas, entretenerse, etimológicamente hablando. Cumplir las tareas, los oficios, cuidar hijos, sacar a pasear a las madres, hacer la compra, las camas, la comida, los deberes... hacer por hacer, por si mientras haces llega lo que uno no puede esperar porque no sabe. Pero no basta. El tiempo pesa como los goterones de agosto, tan imposibles. Caen sobre los ojos, o salen de ellos, a menudo de noche. Nadie lo entiende. Deja pasar el tiempo, dicen, pero es que el tiempo no pasa. No seas impaciente. No se puede tener paciencia con lo que no pasa, repito. Sal más, sal menos. Mejor me quedo en el umbral, que no es ni dentro ni fuera. O en el quicio, a ver si acaso. Enero era el mes de las puertas para los romanos. Febrero el de las purificaciones. Marzo vendrá cargado de guerras. A lo mejor bastaría encender la tele, dejarse adormecer por la palabrería insulsa, indignarse un poco con los nuevos casos de corrupción, vadear la tarde. Pero no basta. Solo el árbol conoce la temperatura del fruto, su tiempo de maduración. Mientras tanto, entre las hojas verdes que este año apenas se han caído, la copa guarda su secreto. Amanece, vuelve a ponerse el sol. Nieva, hiela, la lluvia cala cálices y pistilos. Llegará la primavera, si es que la naturaleza aún guarda la memoria donde ardía. Habrá que despertar, y redondearse o esponjarse, volverse apetecible o lo que toque. Madurar, dejarse caer, pesar más que la pena y el llanto que surge cuando cierras los ojos. Llegará la primavera, sí, pero aún es invierno, la ausencia sigue siendo infinita, y queda toda la noche por delante.