Aplaudo la decisión de intensificar el control de los botellones ilegales en Badajoz, pero lo que me asombra es que haya botellones legales.

Siempre he pensado que el consumo de alcohol en la calle estaba prohibido, pero debo estar confundido porque el Ayuntamiento de Badajoz ha habilitado un espacio (en la zona de Caya) para que los chavales celebren sus fiestas alcohólicas sin molestar a los vecinos y, además, hasta un autobús municipal les lleva y les trae.

No voy a criticar la medida porque creo en la buena voluntad municipal y en su intención de evitar males mayores, tanto para los protagonistas como para los ciudadanos, pero me cuesta entender la permisividad que la sociedad aplica a algunos comportamientos de la juventud.

Esto me recuerda a la iniciativa de un sesudo mandatario extremeño, que tuvo la gran idea de habilitar espacios para que los jóvenes practicaran sexo. De hecho, aquellas propuesta, que no llegó a ninguna parte, pero sirvió de chanza, se denominó popularmente polvometro.