Escritor

Botín habla urbis et orbe, como un jefe de Estado. La rueda de prensa es multitudinaria. A Botín le pones una gorra y unas babuchas y puede ser detenido por no llevar los papeles. La voz de Botín es como la del que dice ¡soooo buurrooooo! Las manos lo definen. Da la sensación que han segado lo suyo. Botín es el dueño de un estado al estilo de Aga Khan con treinta y cinco millones de súbditos, que son sus clientes en todo el mundo. Con Lula el nuevo presidente de Brasil, se ha entrevistado, ¡cinco veces!, nada menos. Lula ya cada vez que lo ve aparecer sale corriendo. ¿Pero por qué me persigue este español con pinta de cateto? Quiere tener información de primera mano, y así lo proclama en la multitudinaria rueda de prensa. Lula, va a ser una experiencia en la que el resto del mundo habrá de espejarse. Botín tiene la confesión de Lula, de que en el terreno económico va a ser ortodoxo. Es decir, los bancos no van a tener problemas. Es decir que será rara la nómina de enero que no pague esa cantidad hasta poner los ordenadores al día con el nuevo descuento de la renta. Esto va a rajatabla. También va a ver a Lula su hija Ana. Pero la sorpresa salta. ¿Ustedes creen que Botín está contento? No crean. Está muy descontento. Se está lejos de la perfección, pero se llegará con el tiempo. Este año los beneficios sólo llegan a 2.247,2 millones de euros, el 9,6 menos que en el 2001 que fue la repera. Llama la atención que en un mundo con tantas diferencias, el Central Santander Hispano, o Santander Central Hispano, (se forma uno el lío) esté firme bajo los luceros. Lo angustioso es saber que eres uno de los treinta y cinco millones de clientes, y que encima para que haya tanta perfección tú estés tan desconsiderado. Entre treinta y cinco millones tú eres solamente nada, por eso el todo es tan importante. Bueno, tienes una esperanza. Si inviertes dos mil euros en una cuenta a plazo, te dan un juego de sartenes.