WNwo podía haber tenido la Asamblea peor conmemoración de su 22 aniversario que la bronca que tuvo lugar ayer, con suspensión del Pleno y previa expulsión de dos diputados del PP, un episodio afortunadamente sin parangón en la historia de la Cámara. Un comentario inaceptable del presidente de la Junta, que reconvino al diputado de IU Cristóbal Guerrero porque estuviera en la Asamblea en lugar de en su consulta de médico, dado que no podía atender a los pacientes y las listas de espera iban a aumentar, fue seguido de insultos más inaceptables aún de diputados de IU y del PP y la clausura de la sesión por parte del presidente. Ahora, los unos echan toda la culpa a los otros y éstos toda a los primeros, en una especie de competición de "yo no he sido" que, en cualquier caso, acaba con una víctima principal: la compostura parlamentaria. Nada puede ser más devastador para la confianza de los ciudadanos en sus representantes que comprobar que no saben discutir con civismo. ¿Qué queda, entonces, de un sistema llamado parlamentario precisamente porque descansa en la discusión y no en la bronca? Es de esperar que una vez los ánimos calmados, se instaure el diálogo y pueda restañarse, antes de que continúe el pleno el 9 de junio, la herida abierta.