El paro registrado de agosto, conocido ayer --un descenso de 31 personas--, no es nada brillante, pero sí es positivo si se compara con el del año pasado (aumento de 38.000 parados) y con los agostos de los últimos años. Pero no justifica el triunfalismo con el que lo jaleó el lunes la secretaria general del PP, que, por otra parte, no es la persona adecuada para anticipar datos económicos. Más importante es que en lo que llevamos de año los parados inscritos han bajado en 150.000, mientras que en el mismo periodo del 2012 habían subido en 203.000. Es un cambio de tendencia significativo que se debe en parte a que la caída de la economía española se ha suavizado pero que tampoco debe ser magnificado porque en parte obedece a un descenso de la población activa, la que quiere trabajar, debido al retorno de inmigrantes a su país, a la salida al extranjero de jóvenes españoles sin perspectivas y a que algunos parados que ya han agotado las prestaciones no se molestan en acudir a las oficinas de empleo.

No se pueden echar las campanas al vuelo, porque la afiliación a la Seguridad Social, el empleo declarado, también mejora aunque a un ritmo menos acusado. La recesión se ha suavizado y las economías europeas vuelven a crecer, por lo que parece que la economía española va a dejar de caer en los próximos trimestres. Pero salir de la recesión no implica salir de la crisis y hay que atajarlo.