La palabra muladar, que según nuestro diccionario no es otra cosa que el lugar donde se echa el estiércol o la basura de las casas, es decir, un basurero o vertedero, tiene para mí una sonoridad y evocaciones que a menudo me llevan a los años de infancia, en los alrededores de mi pueblo, Miajadas, cuando los buitres bajaban a comer algún viejo burro u otra carroña y después no podían volar tras haber ingerido una gran cantidad de comida. Siempre he pensado que lo de llamarle a alguien buitre tiene su justificación en esa insaciable voracidad.

Uno de estos días, según anunció el director general de Medio Natural, entrarán en funcionamiento en Extremadura una red de muladares ante el problema creado por la disminución de alimento para las aves necrófilas, y la prohibición de depositar los cadáveres directamente en los muladares, por culpa de la obligación de retirar los restos de animales de las explotaciones ganaderas que implantó la Unión Europea.

Desde el pasado año numerosas han sido las noticias sobre buitres que han aparecido en todos los medios, algunas avaladas por el rigor de las observaciones y el seguimiento científico, otras inducidas por el alarmismo y, a menudo, por la desesperación, como las de quien afirmaba que los buitres habían evolucionado rápidamente, convirtiéndose de necrófagos en peligrosos predadores,... ha sido preciso valorar muchos datos hasta llegar a la actual toma de posiciones. La noticia de creación de once muladares en la región es sin duda magnífica: la administración y la competencia de sus técnicos han hecho un trabajo digno de elogio para tomar una decisión difícil, ya que no solo había que salvar el escollo inicial de cómo solucionar normativas sanitarias que prohibían dejar animales en el campo, sino que también era preciso tomar medidas para lograr la conservación de una de las especies emblemáticas de la fauna, como el buitre negro, la mayor rapaz de Eurasia y de la que en Extremadura disponemos de casi la mitad de su población.

XLA DECISIONx de dónde, cómo y cuántos muladares crear no debería ser un tema de debate social sino técnico, ya que la creación y proliferación de muladares a diestro y siniestro podría tener efecto beneficioso para una especie o un grupo de ellas, que se verían favorecidas; pero a la larga podría tener un efecto negativo para otras especies que, como la cigüeña negra, se verían desplazadas de sus lugares de nidificación, ante un aumento desproporcionado de buitres leonados. Lo mismo pasaría si determinadas especies dejaran de cumplir el papel benefactor que tienen en su ecosistema, eliminando carroñas, y se convirtieran en animales de granja , o peor aún en visitantes fijos de vertederos de residuos, como denunciamos el pasado verano al contemplar la inaudita imagen de buitres negros en medio de las basuras de nuestras ciudades.

Medidas como las anunciadas suponen no solo un manejo de hábitat, una fuente de investigación o un recurso económico, ya que los muladares podrían abastecerse también de restos procedentes de mataderos, que de esta manera conseguirán un beneficio económico al mismo tiempo que todos tenemos un beneficio ambiental. Estamos también ante un anuncio que tiene un carácter social por lo que supone de divulgación, educación y sensibilización que ayude a olvidar las resistencias de algunos grupos sociales a las políticas de conservación, y su contribución al conocimiento y avance científico.

Extremadura se ha comprometido a adoptar las medidas necesarias para la conservación de la diversidad biológica, al mismo tiempo que debe cumplir las medidas sanitarias que las directivas y reglamentos comunitarios imponen. El difícil equilibrio es ése, pero resulta necesario si queremos lograr la conservación de los hábitat naturales y seminaturales y las especies de la fauna silvestre.

*Profesor de Didáctica de las Ciencias

Experimentales Facultad de Formación del Profesorado Universidad de Extremadura.