La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) publicó hace unos días su informe anual sobre la inmigración en España y en Europa. No voy a hablar del terrible drama de la inmigración ni de las medidas que habría que adoptar para aliviar este gravísimo problema. Solo diré que, con los datos que aporta este informe, me ha sorprendido cómo se confirma que son totalmente falsos esos bulos que suelen lanzar los grupos de derecha, diciendo que a España están llegando más inmigrantes que nunca y que esto es imposible de soportar para nuestro país. Comparto lo que decía recientemente Rafael Lara, el presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA): «Los discursos alarmistas que hablan de avalancha de inmigrantes no se sostienen». Otros países como Turquía, que recibe a 3,5 millones de inmigrantes, o Uganda y Pakistán, que reciben a 1,4 millones, o el Líbano, a un millón, acogen a muchísimos más inmigrantes que España, que este último año ha recibido a unos 64.000. ¿No puede España acoger a poco más de 60.000? Cada vez que llegan una o varias pateras a nuestras costas siempre dicen lo mismo: que están llegando avalanchas de inmigrantes, más que nunca, y que no podemos sostener tantísima inmigración. Es cierto que llegan inmigrantes a Europa, pero cada vez llegan menos. Eso no se dice. La inmigración se utiliza como tema de confrontación política entre partidos en vez de verlo como un asunto humanitario que necesita ser resuelto. El colmo ha sido que Europa haya eliminado los pocos barcos que se dedicaban a recoger inmigrantes, con el peligro de que mueran en las aguas del Mediterráneo. Muy bien de nuevo el papa Francisco, que le ha dicho a Matteo Salvini: «Abramos los puertos». Menos demagogia y confrontación política con los inmigrantes y más humanidad para no dejar morir en el mar a quienes huyen desesperados del horror de la guerra, el hambre o la miseria.