El número de usuarios de los autobuses urbanos bajó el año pasado en la región un 11% frente al 1% del conjunto nacional. El descenso se produjo en cinco de las seis ciudades que tienen este servicio: Badajoz, Cáceres, Plasencia, Don Benito y Almendralejo. Solo en Mérida se incrementó el número de usuarios.

Según los responsables de las empresas concesionarias, la razón de este sangría hay que buscarla en la crisis. Sin embargo, los datos desmienten esta apreciación, puesto que los autobuses urbanos extremeños están perdiendo viajeros sin interrupción desde el año 2005, cuando no había ni asomo de crisis. ¿No podría deberse a que hay un desajuste de líneas, de horarios, de precios, de alguno de estos factores o de varios en el origen de esa situación? Los comentarios de los usuarios van en esa dirección: se quejan de los precios (que, por otro lado, los gerentes consideran imposible reducirlos) y también de que los horarios no se cumplen con la precisión que un servicio como este requiere. Sea como fuere, la bajada en la utilización de un transporte público es una mala noticia, porque su alternativa, con excepción del coche de San Fernando y de la bicicleta, es siempre antieconómica y antiecológica.