La Administración de Bush se ha quitado la careta en la crisis de Venezuela al solicitar la convocatoria de elecciones anticipadas y respaldar las pretensiones de la oposición al presidente Hugo Chávez. Se trata de la declaración más dura de EEUU desde el fracasado golpe de Estado de abril. Al romper explícitamente con la aparente neutralidad y el apoyo a la mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA), Washington contribuye de manera inquietante a la radicalización de las posiciones, como se demostró con la ingente y agresiva manifestación del sábado en Caracas. Si Bush se inclina por favorecer a quienes quieren una salida al margen de las urnas, no sólo el presidente venezolano está en peligro, sino que las campanas doblan por la legitimidad democrática en América Latina. La mediación conducida por el secretario general de la OEA, César Gaviria, está a punto de naufragar, y la intromisión de EEUU puede crear problemas en otros países con frágiles instituciones democráticas, situaciones sociales desesperadas y líderes menos populares que Chávez. Washington debería rectificar para bendecir la mediación de la OEA si desea evitar el desastre cada día más próximo.