Editorial
El Cacereño y su escenario
24/09/2013
Durante los últimos años, el fútbol extremeño en general y el cacereño en particular están asistiendo a un debate casi interminable sobre el estadio Príncipe Felipe. Los últimos episodios no pueden ser calificados de otra manera que de estrambóticos. El Cacereño, o más bien la propiedad de la entidad, una sociedad anónima deportiva, decidió que esta temporada no se jugara en la instalación por no poder asumir los gastos que genera. Finalmente, y tras no pocas gestiones, la Diputación Provincial de Cáceres cedió el campo de El Cuartillo. El experimento ha salido mal: los aficionados no han visto bien el traslado por la incomodidad del recinto y, para más inri, el equipo no ha respondido aclimatándose al maltrecho césped.
Tras la última derrota en casa, este diario destapó ayer la decisión del consejero delegado, el empresario Antonio Martínez Doblas , de volver al Príncipe Felipe. Surgen ahora multitud de interrogantes sobre cómo se hará, en qué condiciones estará el terreno y si, en realidad, se podrá jugar al fútbol ahí. Es muy plausible la labor del propietario por dotar a Cáceres de un equipo de fútbol para la Segunda B --cientos de miles de euros invertidos cada año-- y tiene razón en recordar que la ciudad no tiene campo municipal, como ocurre en otros lugares de la región, pero aquí debe prevalecer el diálogo y la búsqueda de una solución entre todos.
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