XUxna vez que nos han enseñado el caramelo no está bien que nos lo oculten. Si las fuerzas políticas cacereñas decidieron optar a la capitalidad cultural, deben dar los pasos necesarios para llegar a la elección con posibilidades de conseguirla. Quizás el deseo de conseguirla nos lleva a pensar que todo está ralentizado y eso sería grave, porque un acontecimiento de esta naturaleza comienza a prepararse con muchos años de antelación.

Hace tiempo se constituyó una comisión en la que estaban, entre otros, todos los grupos políticos del ayuntamiento y un representante de la Junta. Una comisión política es necesaria, pues la decisión de presentar la candidatura y las gestiones son, en primer lugar, políticas. Ahora bien, en esa comisión no puede estar un segunda o tercera división de la Junta de Extremadura (sin perjuicio de mi amistad y consideración con Corrales ), porque es imprescindible un compromiso decidido, sin equívocos, de una institución sin la cual este proyecto sería vano. De ahí que sea necesario plantearse la presencia del presidente o del vicepresidente, que además visualizaría el deseo de toda Extremadura por lograr el éxito y garantizaría los esfuerzos necesarios sin intermediarios.

Es de suponer que llegado el caso habrá una comisión de honor en la que estén las personalidades nacionales, regionales y locales que parezca oportuno. Pero además debería haber un patronato o un consorcio en el que estuvieran las fuerzas sociales, económicas y culturales, que por un lado demostrarían el compromiso de tales sectores con el evento y por el otro trazarían las líneas generales del proyecto, recabarían financiación y nombrarían un gerente que sería el encargado de llevar a cabo las ideas, de aportar otras nuevas y de buscar los técnicos que las lleven a la práctica en los diversos campos en los que serán necesarias obras, infraestructuras, compromisos sociales, actividades, acuerdos.

Nunca en nuestra dilatada historia hemos estado ante una empresa de esta envergadura. Es llegado el momento de demostrarnos a nosotros mismos y a los demás que somos capaces de llevarla a cabo. Porque si la capitalidad cultural nos aportará infraestructuras y dotaciones que de otra manera no obtendríamos, difundirá el nombre de la ciudad en el mundo, contribuirá a la consolidación económica y al desarrollo del turismo, producirá sinergias en diversos puntos de la región extremeña, no es menor la importancia que ha de tener en nuestra autoestima.

Es necesario tener tres cosas en cuenta. Primero, que nadie nos va a regalar nada y por lo tanto se nos exige un esfuerzo para conseguirlo. Segundo, que es imprescindible dejar a un lado el complejo de inferioridad y el victimismo. Si no nos la conceden será porque no hemos hecho los deberes. Finalmente, en éste, como en cualquier otro acontecimiento, no puede exigirse un pensamiento único. Incluso es necesaria la crítica, siempre que vaya encaminada a conseguir el objetivo deseado por todos.

*Profesor