WEw l debate sobre el ocio nocturno en Cáceres se centra de nuevo en las dificultades legales que encuentran los bares para albergar conciertos. Ninguno dispone de la licencia oficial para ello y, pese a la política municipal de hacer la vista gorda , las denuncias de particulares, e incluso de hosteleros resentidos, están obligando a la policía local a actuar, poniendo en jaque una manifestación cultural que durante décadas ha estado arraigada en Cáceres y que, otrora, fue una seña de identidad. El problema se ha agudizado ahora con la celebración del Festival Pop Art, una iniciativa modesta pero que ha situado a Extremadura en el mapa nacional poppy y que cuenta con grandes posibilidades de desarrollo si recibe más apoyo institucional y privado. Las actuaciones musicales del citado certamen siguen en la cuerda floja de cara a los próximos días tras haber superado con polémica su primer fin de semana. Hoy más que nunca se hace necesario un pacto de todos los estamentos de la sociedad cacereña para salvaguardar dos valores de la ciudad: el descanso de los ciudadanos y los conciertos en locales pequeños. La alcaldesa, Carmen Heras, no puede dilatar más tiempo el prometido encuentro con todos los agentes sociales implicados para poner orden en la cuestión. La solución debiera ser fácil: un compromiso de las administraciones para facilitar la adaptación legal de los bares a cafés-concierto y para revisar los horarios de cierre, y un compromiso de los hosteleros para realizar la inversión necesaria para insonorizar los locales. Manos a la obra.