A la vista de los datos que publica hoy este periódico relativos a población, si Extremadura tiene un problema demográfico, la provincia de Cáceres lo tiene aún mayor. Casi 35.000 habitantes menos habrá en 15 años según la extrapolación que realiza el INE. De los 402.463 cacereños actuales se pasará a 368.669. Esto se debe a que los nacimientos disminuirán significativamente y casi 5.000 personas (la mayoría jóvenes) emigrarán a otros puntos de España o el extranjero. El mundo rural será el que mayor grado de deterioro experimentará, no en vano de los 222 pueblos con que cuenta la provincia un 70% no llega a los 1.000 habitantes. Extremadura y más concretamente Cáceres deben poner en marcha políticas que no sólo retengan población, sino que la atraigan. Y para ello debe fomentarse el empleo y la igualdad de oportunidades, a la vez que se ponen en marcha ventajas que favorezcan estas zonas a la hora de plantear un proyecto de vida. La Diputación tiene que jugar aquí un papel fundamental, pero la responsabilidad no es exclusiva, debe implicarse la Junta y también el propio Gobierno central para, al menos, frenar la deriva a la que vamos abocados.