TAt nadie en su sano juicio se le ocurre equiparar a la niña Marta del Castillo con sus asesinos. Una serie de mediadores internacionales de altisonante pasado y mustio presente a los que El País reviste de carisma y El Mundo llama farsantes --por actores de una farsa-- se han reunido en San Sebastián para una supuesta y nada barata Conferencia de Paz. Como el hipócrita nombrecito escandaliza, pues lustros de terrorismo sanguinario, con víctimas inocentes como Marta y asesinos tan bestiales como sus verdugos, no es una guerra, los ideólogos de la cosa la han rebautizado como Conferencia por el fin del terrorismo. Hay quien pensará --y lo respeto-- que es mezquino polemizar sobre el nombre cuando lo importante es que ETA desaparezca. Otros afirmarán que la pandilla sanguinaria está derrotada y que el acto es un peaje necesario para que se disuelvan dejándoles la negra honrilla de que parezca que no se han rendido.

Yo creo que esta escenificación no apestaría tanto si los asistentes actuaran por amor a la paz, no al lucro --¿quién ha pagado el boato, los ágapes, los coches, la corbata de Martín Garitano y las dietas de Kofi Annán ? Y si se dijeran las cosas claras. Porque es repugnante llamar a los crímenes actividad armada como la que desarrolla la fuerza de paz del Ejército español, por ejemplo. Porque es repudiable instar a gobiernos soberanos cuyo deber es que las leyes se cumplan a tratar solo las consecuencias del conflicto. Porque es inadmisible referirse a todas las víctimas equiparando a los inocentes masacrados cobardemente con los matarifes. Porque es vomitivo anunciar una nueva era sin conflicto cuando no ha habido conflicto alguno sino una banda de mafiosos que han disparado, secuestrado, quemado vivos, mutilado por dinero y luego se han reído. No pueden acabar riendo. ETA es una serpiente y yo quiero su cadáver, aunque se respeten sus despojos. Aunque suene fatal. Porque está claro que si ETA muere, si se dice alto y claro que hubo culpables e inocentes con nombres y apellidos el que gana es el Estado de derecho. Y la paz.