Las cajas de Extremadura, del Mediterráneo, Cajastur y Cajacantabria presentaron ayer al Banco de España un acuerdo de ´fusión fría´, es decir, un compromiso para crear un grupo en el que ponen en común sus activos y sus beneficios y conservan sus oficinas, sus cuotas de mercado, sus políticas en obra social y su personalidad jurídica. Es lo que se denomina un Sistema Institucional de Protección (SIP). El acuerdo de ayer dará lugar al tercer grupo financiero de cajas de España, con más de 135.000 millones en activos, 14.000 empleados y 2.300 oficinas distribuidas de tal modo que no incurren en duplicidades.

La noticia de la fusión no ha podido ser más oportuna. Cuando el conjunto de las cajas de ahorro estaba ensombrecido por la intervención del Banco de España de la cordobesa Cajasur y su situación de emergencia que le obliga a venderla al mejor postor, las cuatro cajas citadas, todas solventes, anuncian que han tomado una decisión en el camino opuesto y, tal como está la situación, el correcto. No hay una sola instancia con capacidad de decisión o de presión en el mundo financiero nacional e internacional que no apueste por lo que ha hecho la Caja de Extremadura y las otras tres: unir fuerzas. En este caso con las ventajas añadidas de hacerlo preservando su cuota de soberanía, su mercado natural, sus oficinas y sus empleados.

Difícilmente se podría encontrar un ejemplo más expresivo de la efervescencia que vive el sector de las cajas que el acuerdo anunciado ayer: no hace ni una semana que el SIP en el que trabajaba Caja Extremadura se partió en dos al salir del mismo Caja Murcia, Sa Nostra, Caja Granada y Caixa Penedés. Y no hace ni 72 horas que Caja Mediterráneo, que ahora pilota este SIP y cuya sede central está en Alicante, negociaba otro acuerdo con la vasca BBK, vinculada a Bilbao. Todo eso se ha roto y se ha buscado una nueva solución en tiempo récord. Y es que el tiempo apremia. El Banco de España ha avisado que el plazo para pedir ayudas al Fondo de Reestructuración Bancaria (Frob) --al que se van a acoger los cuatro socios de la nueva fusión si bien no han determinado la cuantía--, termina el 15 de junio. Quedan, por tanto, menos de tres semanas para que el sector de las cajas de ahorro experimente una reordenación histórica.

En estas circunstancias tan cambiantes habrá quien eche de menos que la solución para afrontar con garantías el futuro del sector no haya pasado por la fusión de las cajas extremeñas, que era la salida por la que optó la Asamblea aunque no la citara y por la que se apostaba solo medio año atrás. Pero los acontecimientos han pasado por encima de todas las previsiones, arrasándolas. Si las dos cajas regionales hubieran iniciado un proceso de fusión, dos cosas hay seguras: hubiera sido insuficiente y ahora la entidad resultante tendría que estar inmersa en un SIP, y las tensiones hasta la fusión --políticas, sociales, laborales y provinciales-- hubieran hecho de la misma un parto doloroso y estéril. Mejor así. Los extremeños ya conocen los socios que formarán parte del futuro de Caja Extremadura; ahora falta saber cuáles serán los de Caja Badajoz.