Escritor

A la llamada del Salón de Otoño, de Caja Extremadura, acudimos cientos de personas de todas las latitudes, como la propia caja ha desarrollado, y allí nos encontramos con un presidente jubiloso, como puede verse en una de las fotografías de este periódico, en que Jesús le hace el ajó al consejero de Cultura, como dos personajes triunfantes, uno en la economía y otro en la cultura, ambos madres abadesas en todo cuanto tocan. Salir de Badajoz la tarde del sábado era arriesgado, pero Jesús Medina en su minarete nos llamaba a la oración y nos dedicaba un discurso largo y profundo y se le notaba que estaba muy feliz, llevando en volandas al nuevo obispo de Plasencia, ora acercando un canapé a Manolo Amigo. Sólo le faltó bailar un fox-trop con la orquesta que Pepe Higuero nos tenía preparada con Rosa, tan bella siempre como seria. Felicidades.

La otra cara oscura es la de esa admirada población de Plasencia, que la noté como a oscuras. Yo creo que la Junta de Extremadura tiene una ciudad donde lucirse, obligando a la compañía de electricidad a estudiar la planificación de hacer la luz en Plasencia. La misma plaza Mayor tiene la luz dispuesta para ocultar la propia luz de la plaza. Plasencia es una ciudad a oscuras. No una ciudad oscura, que es algo distinto. Yo creo que los alcaldes que hasta ahora haya tenido Plasencia debieran retirarse a Yuste, o a algún lugar donde la luz se le negara. Hay que abrirle un haber a la actual alcaldesa, pero ayúndenla para llenar de luz esa población desvaída.

Y otra cosa. Hacía tiempo que no iba a Plasencia y uno, ingenuo, antiguo lector de Hoy , seguía las idas y venidas de Alvarez Cascos, creyendo que era verdad todo cuanto licitaba. Bueno, pues no, todo sigue igual. Es una vergüenza tener que ir por donde se va todavía. Qué lentitud, señores del PP. Y qué vergüenza.

En el festejo posterior notamos demasiados tíos. Muchos tíos. Demasiados. Se notaba falta de mujeres. Las que había, maravillosas, pero pocas.