A unos jóvenes cubanos que asisten al espontáneo homenaje, les pregunta Televisión Española si no encuentran nada negativo en Fidel, si todo es positivo y bueno, y él y ella afirman que, por mucho que se estrujan el cráneo, no encuentran nada criticable. Toda su obra es magna.

Horas antes, se filtra el vídeo de la televisión cubana en que los presentadores de las noticias se quejan amargamente de que, como están de luto, no pueden saludar con un buenos días, porque se refiere a algo positivo y los momentos luctuosos por los que atraviesa la isla les obliga a eliminar toda referencia feliz. Los periodistas argumentan que es una falta de educación, pero al final el programa empieza sin saludo. Por lo menos, que se sepa, no se les obligó a derramar sentidas lágrimas en público, como si de un gordito dictador norcoreano se tratase, y eso dice mucho del nivel de libertad que se goza actualmente en la antigua perla del Caribe.

Nadie con un mínimo de información y cultura puede ignorar que ese anciano indefenso de 2016, ridículamente ataviado con chándal, de piernecillas escuálidas y del que emanaba ese aire de inconsciencia e impotencia que emana de tantos viejos, fue aquel mismo líder de la revolución, joven, épico y poderoso que una semana después de derrocar a Batista prometió elecciones libres en 18 meses. Y el mismo que, tras sujetar con mano férrea el poder hasta que se lo arrebató la enfermedad, discurseaba plúmbeamente declarándose marxista leninista.

Mucha gente progresista de verdad, intelectual de verdad, amante de la justicia de verdad se entusiasmó con Fidel. Pero eso fue antes de saberse a ciencia cierta que nunca hubo libertad con Fidel.

Los que hoy en España reivindican su figura, o sus logros sociales o llaman ratas, gilipollas y cositas similares a quienes le tachan de lo que fue, dictador embaucador, lo saben porque saben historia. Y resulta cuando menos chusco que, a estas alturas de la misma, pretendan ensalzar el modelo.

Otra cosa es que su persona haya tenido calado histórico. De lo más siniestro.

* Profesora