Aunque parezca mentira, el mundo sigue girando más allá de la escalada entre esteladas y rojigualdas --preocupante auge de aguiluchos incluidos-- omnipresente en España. Ni el 12 de octubre, que tanto festejamos en tierra ibérica y por el que sin embargo parece que tenemos que pedir perdón fuera, va más allá de la efeméride de una gloria que no fue y de una unión que se desquebraja. La mayoría de los problemas básicos nos afectan a todos los seres humanos por igual y, por cierto, poca solución suelen aportar las banderas.

Por eso, en todo el mundo se ha conmemorado este 11 de octubre el ‘Día Internacional de la Niña’, con una campaña en favor de la libertad para ellas bajo el lema #FreedomForGirls.

Me contaba ayer un amigo que el otro día se sintió juzgado por su jefe, quien se fijó y desaprobó los calcetines rojos que mi colega llevaba bajo sus elegantes zapatos y su traje de chaqueta. Le respondí que las mujeres son juzgadas por cómo visten casi cada día de sus vidas desde que nacen hasta que mueren, ya sea en la oficina, en la calle, o en cualquier momento en el que no estemos solas. Que puede que él también padezca algunas de las restricciones de nuestro estúpido sistema, claro. Pero que no es lo mismo ser víctima de una torta de vez en cuando a que te den una paliza casi diaria, por diferenciar el paralelismo entre las dos situaciones.

Esa es la razón por la que es importante recordar algunas de las cifras que UNICEF destaca en su campaña: cada cinco minutos una niña muere de manera violenta; una de cada cuatro niñas son forzadas a casarse; el 71% de las víctimas de trata son ellas; 63 millones de niñas han sufrido mutilación genital femenina; 130 millones de niñas están aún por escolarizar; también las muchachas están expuestas al doble de riesgo de infectarse por VIH.

El video viral que expone las cifras no muestra a víctimas, sino a niñas empoderadas y decididas, que claman por su libertad. Esa, la de los individuos y no la de los territorios que hemos creado, es la única que puede traer justicia social e igualdad de oportunidades. Para las niñas del mundo. Para todos. Hasta para los hombres que quieran lucir calcetines rojos.