La ausencia absoluta de compromiso, grandeza y generosidad de la clase dirigente con la ciudadanía, con la que tanto se les llena la boca a la hora de buscar votos; la hipocresía, el egoísmo, la desvergüenza reflejada en la enorme distancia entre lo que dicen y hacen, son el caldo de cultivo de opciones radicales fascistas, antisistema y nacionalistas, de probada injusticia e ineficacia, que recogen el descontento de una inmensa mayoría desencantada de tanta falsedad, postureo y corrupción. Deberían trabajar honestamente para solucionar los problemas de la gente corriente, con una sanidad y una educación universal de calidad; seguridad e igualdad para todas y todos; llegar a la edad de jubilación sin ser una carga, ni un exiguo y mísero sostén para sus familias, y poder morir en paz, ligeros de equipaje, con todo el pescado vendido, sin dolor y sin miedo al mundo que heredarán sus descendientes.