Si se hubiera cumplido lo que dijo Mariano Rajoy en su primera sesión de investidura, hace ahora casi cinco años, esta semana no se estaría viviendo una situación que a casi nadie deja contento, con dos festivos intercalados un martes (día de la Constitución) y un jueves (la Inmaculada) que provocan una anómalo calendario laboral y escolar. El entonces candidato del Partido Popular, ganador de las elecciones celebradas el 20 de noviembre del 2011, habló en su discurso de impulsar una reforma laboral, bien conocida, y de eliminar los puentes festivos, una cuestión aún pendiente, pese al consenso entre las patronales y los sindicatos.

Tal como ha recogido este diario no son pocas las voces que se han alzado contra este acueducto. Y lo han hecho en primer lugar las empresas, armadas con argumentos tan definitivos como estimaciones del impacto económico negativo de la situación: más de 1.000 millones. Por no hablar de la imagen que se proyecta al exterior, a esos clientes internacionales a quienes no se puede atender con dos días de fiesta entre semana. Algo que contribuye a alimentar el tópico injusto de que aquí se trabaja poco en comparación con otros países industrializados. Hay estudios que revelan que España tiene la tercera jornada laboral más amplia de la UE, aunque con el menor rendimiento por el alto tiempo improductivo. Aparte de daños económicos, entre las que también se halla el coste que supone iniciar y parar la actividad, está el tema de la armonización entre el calendario laboral y el escolar. Hasta cuatro opciones han manejado las escuelas con motivo del día de la Constitución y de la Inmaculada. Un sinsentido que va contra la conciliación familiar.

El camino marcado por pymes industriales al trasladar esos días de fiesta a fechas más adecuadas es el que debería marcar el Gobierno. O sea, respetar el calendario de festivos, pero con adecuaciones (cambiar algunos festivos a lunes o viernes, con el incentivo añadido de las posibles escapadas turísticas). En ese sentido, el año 2017 tendrá esos parámetros por la coincidencia de varias fiestas en lunes o viernes, aunque diciembre, eso sí, tendrá otro acueducto de cinco días. Más que la pura coincidencia del calendario cabe esperar que la provoque quien tiene la potestad para hacerlo y aún no ha cumplido lo dicho en diciembre del 2011.