Es evidente que el Protocolo de Kyoto (1997) ha fracasado: en mayo de 2008 se anunciaba que la concentración de CO2 había alcanzado su récord mundial (387 ppm). Ante esta situación, ¿qué esperamos para la próxima cumbre del cambio climático que se celebrará el próximo diciembre en Copenhague? ¿Cuáles son las propuestas políticas y el modelo energético?

Europa se propuso que para el 2010 el 5,75% de los combustibles consumidos para el transporte serían de origen vegetal, es decir a base de biocombustibles, alternativa al petróleo, se suponen que son bio y según nuestras políticas, "contribuyen a reducir el cambio climático". Sin embargo, Europa es consciente de que no puede autoabastecerse ya que necesitaría entre el 4 y 13% del total de las tierras agrícolas. Esto supone la necesidad de importar las materias primas de otros países, especialmente de países del Sur. Esto ha abierto en sí, un nuevo conflicto. En el caso de Colombia, 300.000 ha están destinadas al cultivo de la palma aceitera, para la producción de 170.000 l de biodiesel anuales. La extensión de estos monocultivos supone la deforestación y la utilización de agroquímicos que contribuye a la contaminación, además de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin olvidar las pérdidas en la biodiversidad y de soberanía alimentaria. Mientras tanto, Estados Unidos y políticas recientes afirman que uno de los nuevos objetivos es producir para el 2030, 230.000 millones de litros de biocombustibles y ya se investiga sobre nuevas alternativas, los llamados biocombustibles de segunda generación (2G), pero ¿es una solución viable teniendo cuenta los impactos que se generan? ¿No podríamos apostar por modelos energéticos sostenibles o por un decrecimiento de nuestro consumo? Supongo que no entra dentro del axioma de los países del norte, máximo beneficio al mínimo coste económico.

Melani Márquez **

Correo electrónico