La previsión del Gobierno de que en poco más de 20 años los dos grandes ríos extremeños, el Tajo y el Guadiana, van a perder, respectivamente, entre el 7% y el 11% en el mejor de los casos y como consecuencia del cambio climático, es un serio aviso de que el calentamiento del planeta no será un fenómeno para ver por la televisión, sino que va a incidir decisivamente en la vida de las generaciones futuras.

Según esa previsión, el Guadiana, que en el peor escenario podría perder hasta un cuarto de su caudal, será una de los ríos que más sufrirá los efectos de este fenómeno.

No deberíamos echar estos avisos en el saco de los augurios aciagos, sino en el de las previsiones inquietantes, y habría que ponerse a trabajar ya para atemperar los efectos. Las medidas de ahorro del agua son generalmente bien acogidas por la población, pero hasta ahora son tan intermitentes como las campañas que las publicitan: no hay conciencia de ahorro; no hay políticas permanentes de ahorro; hay reclamos esporádicos.