En primer lugar mi enhorabuena a la película Campeones de Javier Fesser, por ser la candidata española a los próximos premios Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Por si no ha visto la película, se la resumo. El segundo entrenador de un equipo de baloncesto de la ACB, no atraviesa un buen momento personal y tras su despido sufre un accidente de tráfico que le conlleva escoger entre 2 años de cárcel o 90 días de servicio a la comunidad entrenando un equipo de baloncesto, Los Amigos, compuesto por deportistas con discapacidades varias. Lo que a priori parecería una condena, terminó calando en el «condenado» y siendo consciente de la que la vida, la vida misma, discúlpenme la redundancia, le había enseñado más a él que el a sus pupilos.

La película, créanme, no sé si ganará el Oscar, tampoco la desmerecería para nada. Es de esas películas que aconsejaría ver no sólo a alumnos, familias y docentes, también a viandantes. Campeones es una oda a la atención a la diversidad, al derecho a ser diferente, no menos ni más, como bien señala la película, distinto, y al derecho en igualdad que tenemos a ser educados con las mayores garantías y a la obligación de nuestro sistema educativo a que así sea.

Hace una semana escribía sobre la relevancia de la escuela pública y de la necesidad de su supervivencia. Posiblemente pudiera ser malinterpretada por alguno, imagino que con poca información sobre red de centros, oferta y demanda, derechos y obligaciones democráticos y universales, pero igual que yo opino, es un derecho opinar.

Cuando visionaba la película, y discúlpenme la deformación personal, entre lágrimas de los adyacentes a mi butaca, pensaba en lo fácil que es atribuir ciertas características, valores y capacidades a los protagonistas, pero qué pocos piensan en lo que ha costado que esos protagonistas estén donde están, sepan lo que saben y tengan los valores que tienen. Todo eso tiene un nombre, y es la escuela pública y sus profesionales, pero también y me gusta decir la verdad, a las políticas que apostaron por la integración y formación tanto de especialistas como de docentes para que eso fuera posible. Por supuesto a aquellos docente y maestras, y lo digo con toda intención, lo de maestra, que dedicaron su vida, pudiendo estar en otros puestos más fáciles y golosos, a «sacar todo lo bueno y posible de sus alumnos», a veces como el protagonista de la película con triquiñuelas, enfados y demás, pero sabiendo su objetivo y lo mejor para el alumno.

Solo ser candidata a los Oscar es un premio, y como Campeones los protagonistas y los diferentes, yo también lo soy, y usted que me lee también, porque todos somos diferentes, debemos estar de enhorabuena, pero no olvidemos a los campeones y campeonas a la sombra, los maestros, los tutores, los llamados PT, los AL, orientadores y a los directores y directoras que con vocación y dedicación, como Filomena, de Aulas Específicas, lo han hecho posible, también a los políticos, esta vez, que apoyan a la diversidad y espero que a sus docentes y directoras.