Escritor

Decir que Eduardo Tamayo y Teresa Sáez son dos canallas, estoy seguro que les llenará de orgullo. El terrorista también se enorgullece de serlo. Tratarlos como tales, no les conmueve, y hasta esbozan una sonrisa de suficiencia. Lo que han hecho los diputados madrileños que cogieron su acta y huyeron en la autonomía de Madrid no es otra cosa que huir con un botín de incalculable poder y valor, no sólo político, sino económico. Es igual que el que atraca un banco y huye después. Pero el que huye del banco, todavía pudo dejar su imagen en un vídeo y posteriormente ser descubierto por la policía. El ladrón de actas de diputado no tiene ese problema. Es un ladrón que obtiene el perdón casi de inmediato, porque ya se encarga la oposición de perdonarlo haciendo culpable a ver si lo adivinan. En este caso por supuesto a Zapatero, que horas antes también había entregado la Diputación Foral de Alava. Porque pasa una cosa, ante Dios quizá seamos iguales, pero no ante el PP, que no son perfectos como asegura Aznar, lo que les da para tomar todo, que el culpable será siempre el idiota de Zapatero. Incluso uno de los huidos argumenta que cómo iban a votar con la extrema izquierda , que parece como una idea salida del caletre de Arenas Bocanegra o el De Grandes, que se empequeñece moralmente, según le interesa. Ahora ya no se podrá decir el dicho de Rajoy, que el PSOE se ceba en las desgracias que asolan a diario al PP. Ahora es al revés, pero da igual porque no hay problema.

Este es un paso más del enmerdamento de la democracia. Si los partidos no son capaces de deshacer estas desgracias; si no ponen los medios y las leyes adecuadas, es que no desean resolver este gravísimo problema. Si a renglón seguido un canalla de éstos es llevado a un desayuno de trabajo para que explique lo que no debe tener nunca una explicación razonable, salvo la locura, porque la corrupción la damos por adelantada, es que se desea hundirnos cada vez más en esa corrupción de las conciencias y del dinero, que es en definitiva el fin de todo. Y el objetivo también.