El presidente nacional del PP, Pablo Casado, ha estado este sábado en la región para hacer oficial la candidatura de José Antonio Monago a la Junta de Extremadura, y bendecir el reenganche de los alcaldes que ya gobiernan, Francisco Javier Fragoso en Badajoz y Elena Nevado en Cáceres. El joven heredero de Aznar ha venido a explayarse en la línea dura de su mentor, imitada desde hace meses por el expresidente Monago que entre otras frases del acto ha dejado la de que los socialistas se «están haciendo un Page», en referencia al presunto distanciamiento que habría con algunas conductas de Pedro Sánchez.

Elena Nevado responde a los cánones de actuación del PP y en un entorno local de notable desierto político en parte de la oposición de izquierda, ya sentó su posición cuando dio aquel golpe de mano con Monago diciendo un no rotundo a cualquier intento de estudiar un aprovechamiento minero en la zona de la Montaña.

Fue un pronunciamiento claro, guste o no, en una ciudad que ha visto cómo cierra su hipermercado, que arrastró a la postura tibia de los socialistas locales, y que entre ambos han dejado en solitario a Ciudadanos con la franquicia posibilista de al menos estudiar algún resquicio benéfico de los recursos pretendidos por la empresa de prospecciones mineras.

Durante bastantes semanas se ha visto a una Nevado más firme dentro del concierto regional del PP que el propio Monago, a quien los socialistas no han dejado de provocar describiendo sus méritos para intentar asegurarse ante Casado una candidatura a la Junta que era más que segura puesto que ni hay tiempo, ni persona de momento, para preparar un relevo de quien ganara, y luego perdiera, las elecciones autonómicas.

No parece que la candidata del PP vaya a tener muchos problemas de reelección en Cáceres, y al igual que en Badajoz, o en Mérida con la presidencia de la Junta, aquí la mayor incógnita es el recorrido de Ciudadanos, al cual, ni a los otros partidos tampoco, debe trasladarse miméticamente el auge que ha tenido en las autonómicas andaluzas. En lo autonómico extremeño no existe el liderazgo del andaluz Marín, entre otras cosas porque sigue sin resolverse del todo la bicefalia Victoria Domínguez-Cayetano Polo, aunque este último fuera a ser el candidato a la Junta.

Por encima de la resurrección política de la extrema derecha, lo destacable va a ser probablemente el papel de arbitraje que Ciudadanos le vaya a arrebatar a Podemos en las próximas autonómicas extremeñas, y en las municipales de las grandes ciudades sobre todo Cáceres.

El terreno político se ha movido en las últimas semanas de forma acelerada como ha demostrado el resultado andaluz del 2 de diciembre, y en Extremadura más que el papel que la inmigración haya jugado en Andalucía, ya que aquí es insignificante respecto a la vecina comunidad, la influencia del cambio va a ser el tema catalán, en el que los socialistas incluido Sánchez se la juegan, en medio de un interés de la derecha muy pronunciado en intervenir las cuentas, los mossos, o la televisión autonómica, pero llamativamente poco preocupado en influir por ejemplo para mejorar la sanidad catalana, una de las más recortadas y privatizadas.

Es probable que Sánchez acabe aplicando el 155 ante la irresponsabilidad y locura persistente de los interpuestos por Puigdemont --aquí vamos de interpuestos en cadena, a cual de menor estofa, de Pujol a Mas, a Puigdemont, y ahora esa marioneta llamada Torra--, y los cambios den un giro, muy deseado por los barones regionales socialistas en territorios que como Extremadura les suelen ser favorables. Si lo hace, la derecha se lo atribuirá como triunfo, pero criticará como flojo en sus formas y efectos.

Como un perfecto péndulo político y de opinión pública, entramos en unas semanas, con el prólogo del Consejo de Ministros en Barcelona el viernes 21, que pueden marcar el calendario y desenlace electoral de una primavera de grandes novedades en las autonómicas y locales extremeñas.